IMPORTANCIA
DE LOS MITOS Y LEYENDAS ECUATORIANOS
La importancia de los mitos y leyendas Ecuatorianas,existen muchas historias ecuatorianas que pasan por verdades, sin embargo muchos de estos relatos de terror son solo mitos. Desde muy niños, hemos escuchado una gran variedad de leyendas urbanas, con las que fuimos creciendo a lo largos de los años, es difícil encontrar a alguien que no ha escuchado aquel mito popular que decía que si rompías un espejo te caería 7 años de mala suerte. Pero mas alla de todos estos mitos comunes, que todo el mundo conoce, se destacan aquellos propios de nuestra mitologia mestiza ecuatoriana.. e aquí algunas leyendas muy conocidas en nuestro país..
EL PADRE ALMEIDA
En esta história se cuenta, como un padre el cual no era precisamente el mejor debido a su mala conducta.
La leyenda cuenta que este padre, todas las noches salía a tomar aguardiente, para salir tenía que subir en un brazo de la estátua de Cristo, pero una noche minetras intentaba salir se dio cuenta que la estatia lo regreso a ver y le dijo: ¿Hata cuando padre Almeida? y este le contesto "Hasta la vuelta" y se marcho. Una ves ya emborrachado, salió de la cantina y se encontraba paseando en las calles de Quito, hasta que pasaron 6 hombres altos completamente vestidos de negro con un ataud, aunque el padre Almeida penso que era un toro con el cual chocó y se desplomo, pero al levantarse regreso a ver en el interior del ataud, y ere él, el padre Almeida, del asombro huyo del lugar. Se puso a pensar que eso era una señal y que si seguia así podia morir intoxicado, entonces desde ese día ya no a vuelto a tomar y se nota en la cara de la estatua de Cristo mas sonrriente.
La leyenda cuenta que este padre, todas las noches salía a tomar aguardiente, para salir tenía que subir en un brazo de la estátua de Cristo, pero una noche minetras intentaba salir se dio cuenta que la estatia lo regreso a ver y le dijo: ¿Hata cuando padre Almeida? y este le contesto "Hasta la vuelta" y se marcho. Una ves ya emborrachado, salió de la cantina y se encontraba paseando en las calles de Quito, hasta que pasaron 6 hombres altos completamente vestidos de negro con un ataud, aunque el padre Almeida penso que era un toro con el cual chocó y se desplomo, pero al levantarse regreso a ver en el interior del ataud, y ere él, el padre Almeida, del asombro huyo del lugar. Se puso a pensar que eso era una señal y que si seguia así podia morir intoxicado, entonces desde ese día ya no a vuelto a tomar y se nota en la cara de la estatua de Cristo mas sonrriente.
CANTUÑA
les voy hablar de una leyenda muy particular de nuestro país la leyenda del indio Cantuña. Esta es una leyenda que divierte mucho ala vez que atemoriza. En el libro
"Leyendas del Ecuador" hallamos las dos versiones de la leyenda la verdadera
La version falsa consiste en:
Cantuña tenia una labor que habia sido asignada por los franciscano que era construir una Iglesia en Quito. Este acepto y puso como plazo seis meses, a cambio el recibia una gran cantidad de dinero.
Aunque parecia una hazaña imposible lograr terminarla en seis mese, Cantuña puso su maximo esfuerzo y empeño en terminarla, reunio un equipo de indigenas y se propuso terminarla. Sin embargo la edificacion no avanzaba como el la esperaba.
Cantuña decide vender su alma al diablo a cambio de que terminara la construccion lo mas rápido posible. Cantuña ya se vio perdido debido a que vio que los diablillos avanzaban de una manera insuperable, fue aqui cuando al indio Cantuña se le ocurrio una idea y se escabullo en la Edificacion sin ser visto y cogio la ultima piedra y escribio: "Quién ponga esta ultima piedra en su lugar reconocera que Dios es más grande que el". El diablo al ver esto huyo y Cantuña se salvó.
La verdadera historia trata de Cantuña era solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la histeria colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico. La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio, lo cristianizó y, según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en la desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar, Cantuña se le acercó ofreciéndole solucionar sus problemas, poniéndole una sola condición: que haga ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna.Eran enormes las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan grandes y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena confesó ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste, a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese. Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la persuasión con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas, los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia.
La version falsa consiste en:
Cantuña tenia una labor que habia sido asignada por los franciscano que era construir una Iglesia en Quito. Este acepto y puso como plazo seis meses, a cambio el recibia una gran cantidad de dinero.
Aunque parecia una hazaña imposible lograr terminarla en seis mese, Cantuña puso su maximo esfuerzo y empeño en terminarla, reunio un equipo de indigenas y se propuso terminarla. Sin embargo la edificacion no avanzaba como el la esperaba.
Cantuña decide vender su alma al diablo a cambio de que terminara la construccion lo mas rápido posible. Cantuña ya se vio perdido debido a que vio que los diablillos avanzaban de una manera insuperable, fue aqui cuando al indio Cantuña se le ocurrio una idea y se escabullo en la Edificacion sin ser visto y cogio la ultima piedra y escribio: "Quién ponga esta ultima piedra en su lugar reconocera que Dios es más grande que el". El diablo al ver esto huyo y Cantuña se salvó.
La verdadera historia trata de Cantuña era solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la histeria colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico. La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio, lo cristianizó y, según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en la desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar, Cantuña se le acercó ofreciéndole solucionar sus problemas, poniéndole una sola condición: que haga ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna.Eran enormes las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan grandes y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena confesó ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste, a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese. Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la persuasión con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas, los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia.
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